RETORNOS
Cicatrizo el silencio hablado,
en el insólito hospital de mi escritorio.
Me coso el miedo
que aún supura
en la vértebra aguda de la penumbra del día.
La vida
insiste en parirme a cada rato,
y no desisto a ser semilla.
Por eso,
como si fuera un fuego precoz,
simplemente la recojo y me la entierro,
hasta gritar sin gritar
en el centro insaciable
de ese futuro
rompecabezas.
Florecen
hierbas salvajes
en cada rincón de lo improbable.
Truenan las teclas del alma.
En el nuevo laberinto, comienzo a caminar.
INTERSTICIOS
Atril de nubes
en plena madrugada,
me latió un color
y se coló
en mi fiebre,
cuando los verdes
y naranjas escaseaban.
Fue llama
en el subsuelo
del silencio.
Y me abrazó en los labios
vencidos,
desmayados...
todas las lavas
que había
en aquel volcán lejano,
cielando estigmas
del pasado,
y haciendo flores
en las duras y enquistadas
cicatrices.
No la nací. Ni me nació.
Fue atril de nubes,
una música de luna,
solfeando
las blancas y las negras,
descifrando
las corcheas invisibles...
en la extraña
partitura del alma.
CLAVOS
Nos martillamos un invierno en cada pie,
y lo hicimos
tan terriblemente bien
que algunas flores
temían sus colores,
su altar de fruto,
su semillar de mundo.
Nos habíamos clavado nuestras nieves
más crueles
en las costillas de las palabras.
Nos habíamos olvidado
de temer lo que vale la pena,
de desatar los inviernos en la primavera.
Nos habíamos desmartillado el crecer.
NOCHE TATUADA
Texto escrito con
Laura Márquez
Brotaron sapos de impúdicas lenguas;
todo se llovió,
me arañaron hasta las letras
una noche tatuada en el fondo de mis ojos,
que se hizo barro y escapó la luna
en el verso-tajo de pájaros en mi pecho,
desde esa voz que nació muriendo,
arisca de constelaciones,
insisto en parir otros soles que me llaman
IMPRESIONES
En un instante que roza lo absoluto,
lamer la concavidad de un alma
puede detener el mundo.
ENTREGA
No se negó... ni me negué.
Su cuerpo olía a sepia
noble-atemporal,
deseoso de latidos.
Cedió... y cedí
ante esa piel que se abría,
como una mariposa temblorosa,
dócil al tacto de las yemas,
inquietantemente lentas,
que la recorrían de cabeza a pies-cabeza,
hasta llegar al éxtasis total,
que nos dejaba mudos
y, al mismo tiempo, estallados de palabras.
Sólo una lámpara fue testigo.
Ayer,
hice el Amor con un libro.
PATRIA
Mi Patria es la poesía.
Amo su tierra índiga,
su flora insomne,
su fauna inmortal
y decidida.
El sexo etéreo de sus silencios.
Sus ingobiernos de tiempo.
Todas sus infronteras
son mi Patria.
Mi Patria es la Poesía.
LLUVIAS
Tronemos.
Nademos en los labios
de una gota de lluvia.
Volvámonos relámpago.
Que el chaparrón nos lave
los miedos
y el alud derribe
la casa de las heridas.
No lo dudemos:
tronemos.
Seamos un poema
sin paraguas.
MICROPOEMA II
Te cambio tu bala
por un poema.
Al fin y al cabo,
de qué te sirve tu guerra,
si ningún fusil
dispara alas.
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